La infancia se extingue


Creo que los bebés de ahora cuando nacen lo hacen ya como si fuesen adultos. En serio.

Estaba contestando a lamotta sobre la vida en los pueblos, porque yo pasé mi infancia en una, y me he dado cuenta de que la infancia se está extinguiendo. Al menos lo que era la infancia clásica, aquella en la que la fantasía era mucho más habitual que el plástico de los juguetes. Aquella en la que soñábamos con aventuras imposibles. Al menos así fue la mía: Subir a los árboles, jugar con cajas, leer cuentos de brujas, princesas, gnomos, tesoros, dragones... Salía a la calle y exploraba cada rincón de mi pueblo, y todo eran grandes descubrimientos. Mis padres me ayudaban a entender que también las cosas pequeñas son maravillosas. Me escapaba a la mies y me tumbaba sobre la hierva a observar la vida de los insectos, recogía flores, cerraba los ojos e imaginaba que podía volar. En un pequeño terraplén improvisaba un tobogán con la hierva resbaladiza. Merendaba un bocadillo de nocilla tumbada en el muro de mi casa, al sol, y jugaba con mi perro. Imaginaba que los indios me escribían pistas para encontrar un tesoro en las hojas caídas de los árboles en otoño. Y me espiaban escondidos. Repetía hasta la saciedad las palabras mágicas de la bruja novata subida en una escoba esperando que se levantase del suelo. Me ensuciaba, me llenaba de barro, de verdín, de tierra, de polvo. Llevaba piedras en los bolsillos y cristales, y cuerdas. Iba a atropar con mi vecino, a darle conversación mientras ordeñaba, a ver cómo ayudaba a parir a una vaca, a ver los primeros pasos del ternero, a dar de comer a los conejos, a pisar la hierba segada.

¿Y ahora qué? Sólo plástico, videojuegos. Sólo tardes encerrados en casa imitando a los adultos. Fumando, bebiendo. La media dice que empiezan a hacerlo con 12 años. Los niños apenas leen. Se quedan sin fantasías y eso me parece tan triste... Cuántos adultos desearían volver a ser niños, y sin embargo les roban a los suyos su infancia. No les dejan mancharse, destruyen sus fantasías, todo es peligroso... De hecho, a los catorce años los niños se convierten en monstruos. Monstruos cuyo único interés es consumir, consumir cosas innecesarias para competir con los otros.

Estamos dejando que la lógica del mercado se apropie de nuestras vidas y de nuestros sueños. ¿Pero qué demonios tenemos en la cabeza? ¿Es que no hay nada más que gastar, gastar, y gastar?

A veces me siento tan... esclavizada.


3 comentarios:

lamotta dijo...

Creo que estás mezclando dos asuntos diferentes. Me explico:
Tenemos prácticamente la misma edad y mi infancia fue (quitando la de estar con amigos y jugar al fútbol lo que mis piernas gruesas buenamente me dejaban) como la que describes para los niños de ahora. O sea, en ese sentido, quizá has tenido una infancia "anacrónica".
Por otro lado, hasta hace unas décadas los niños tampoco tenían lo que tú llamas infancia, en cuanto a que eran directamente unidades de producción, blablablá.

Y todo esto creo que lo mezclas(aquí venía la explicación) con el tema consumismo y todo eso. Los niños salen consumistas pero exactamente por culpa de los padres, por tanto, el cambio tendrá que surgir en los padres para que "la infancia no se extinga". Pero ése es un mal, como digo, que no tiene que ver directamente con la infancia, sino con toda la humanidad. Se nos está pudriendo la mente.
Por eso supongo que a tus hijos les darás una "infancia", y yo a los míos también, pero será porque somos un poco más conscientes que la generalidad en cuanto al vacío mental que estamos sufriendo.

Muxutxus! y no te enfades...:$

G. dijo...

Pues no sé, creo que la gente de nuestra generación sufrió la adolescencia más tarde que los de ahora. Los niños de ahora no leen, para empezar, y tampoco saben jugar: Apenas conocen juegos de palmas, ni de comba ni de goma de saltar, por ejemplo.

Que la responsabilidad es de los padres? Claro. De los padres en una sociedad en la que trabajan para consumir, tienen horarios que apenas les permiten tener tiempo que dedicar a su familia, ni ganas.

HMMMmmmm....

Al contrario, creo que todo eso está muy relacionado.


Ah quizá mi caso es especial (vivir en un pueblo y ser tan fantasiosa) pero en general recuerdo que en mi infancia se jugaba muchísimo menos con juguetes, y videoconsolas ni te cuento, aunque sí, sé que existían.

Es otra de las cosas que le agradezco infinitamente a mis padres, no haber tenido apenas cosas de esas.

rod dijo...

El precio que se paga por la modernidad... Otra cosa es que merezca la pena.

Yo prefiero mis petardos, mis aventuras en el huerto con piratas, bandidos y caballeros, mi casa en el árbol y todas mis pequeñas cicatrices.

(Y qué viva Silvio)

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